INFORME ESPECIAL DE COYUNTURA | DICIEMBRE
En el presente informe hacemos un balance de los primeros dos años de la gestión de Cambiemos.
En primer lugar, se destaca la imposibilidad del gobierno de mostrar logros relevantes en materia de reducción de la inflación, a pesar haber sido el elemento central de su propuesta económica. Un mal diagnóstico en el inicio, junto con un esquema de política monetaria en etapa experimental y con escasos instrumentos, impidieron mostrar resultados satisfactorios en un frente en el cual, además, el gobierno nacional anunció cambios de cara a los próximos años.
En segundo lugar, y luego de varias idas y vueltas en torno al cálculo del déficit fiscal, las autoridades decidieron emprender un cronograma de reducción del déficit primario, empresa que tiene como contrapeso natural la premisa básica del gobierno: que la presión fiscal es uno de los principales escollos para el crecimiento del lado de la oferta. El ajuste del gasto, incluyendo la baja en subsidios, demostró ser insuficiente para financiar la reducción de impuestos, motivo por el cual el gobierno recurrió a un duro recorte de la seguridad social como vía de escape.
A pesar de esto último, el gobierno no logró reducir, sino que aumentó el déficit financiero de la mano de un nivel de endeudamiento récord a nivel global, que llevó a incrementar el peso del pago de los intereses de la deuda en el presupuesto. Esta es, sin duda, una fuente de fragilidad para la economía argentina.
A su vez, la economía argentina evidencia serias dificultades para crear empleo, además de mostrar indicios de ir avanzando hacia un entorno de mayor precarización laboral. En particular, los puestos de trabajo que se crearon en estos últimos dos años son peor remunerados que los que se destruyeron, afectando la masa salarial e impactando negativamente en el consumo masivo y en las condiciones de vida de los sectores asalariados.
En estos dos años, el gobierno pudo administrar los problemas de liquidez en moneda extranjera de corto plazo que tenía la economía argentina, aunque esto se logró a partir de una fuerte devaluación del tipo de cambio, la convalidación de la deuda exigida por los fondos buitres y la completa desarticulación de las regulaciones cambiarias, en el marco de un profundo y creciente desequilibrio externo.
El atraso cambiario es uno de los síntomas de este esquema macroeconómico. En efecto, las necesidades de financiamiento público son la principal fuente de divisas de la economía argentina luego de las exportaciones, de modo tal que la voluntad de los mercados de crédito globales de continuar expuestos al riesgo argentino es condición sine qua non para sostener un (pseudo) equilibrio en el mercado de cambios.
En este contexto, el gobierno decidió emprender una serie de reformas de corte netamente “ofertista”, a la espera de que la maduración de un entorno institucional de menor regulación favorezca el desarrollo de la inversión privada, dotando de consistencia en el tiempo a este modelo.
Sin embargo, al momento, la industria y los sectores empleo intensivos siguen golpeados, y no logran reponerse a pesar de la recuperación del PIB. Así, la economía muestra un sendero de crecimiento moderado pero estable, que luce insuficiente para mejorar en forma sostenida las condiciones de vida de la población, al costo de acumular desequilibrios (fundamentalmente, en el sector externo) que amenazan con poner en riesgo el esquema macro.
Podés bajar el informe acá
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