De la pobreza cero al déficit cero

Durante el primer semestre del año los ingresos perdieron contra la inflación, y los más afectados fueron los sectores más vulnerables. En efecto, los precios de la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Total aumentaron 13% y 16%, respectivamente, y la asignación universal y la jubilación mínima lo hicieron en un 9%, mientras que los ingresos de los trabajadores no registrados se expandieron 9,4%, todo según fuentes oficiales. Tampoco quedaron exentos del desfasaje aquellos que tienen un empleo registrado (+11,5% en promedio).

Si bien todavía no fueron publicados los datos de pobreza para el primer semestre del año, estos indicadores de ingresos nos permiten hacer algunas estimaciones preliminares. El ejercicio consiste en actualizar los ingresos de los hogares utilizando la variación reportada para cada tipo de ingreso.

En ese caso, el porcentaje de población por debajo de la línea de la pobreza podría alcanzar el 28,2% en el primer semestre de 2018, registrando un incremento respecto de igual período de 2017. El grueso de este deterioro se da en el segundo trimestre. En los primeros meses del año, la pobreza parece haber bajado, tanto en la comparación con el cuarto trimestre de 2017 como con el mismo periodo del año anterior. Sin embargo, según nuestros cálculos la incidencia de la pobreza trepó a 31,5% en el segundo trimestre de 2018. Todo esto previo al último tramo de la devaluación ocurrida en agosto.

Estos datos preliminares indican que, entre el segundo semestre del año pasado y el mes de junio de este año, 1,6 millones de argentinos pasaron a una situación de pobreza cuando esta se mide según el criterio de los ingresos. La situación es sumamente delicada, considerando que aproximadamente el 40% de los pobres son niños menores de 14 años. Esta información surge de aplicar la estimación de porcentaje de personas bajo la línea de pobreza a la totalidad de la población urbana del país.

 

Dado que no se encuentra disponible aún la base de datos del segundo trimestre de 2018, la cual permitiría aproximar el dato oficial con bastante precisión, este ejercicio tiene tres supuestos importantes que deben ser tomados en consideración.

En primer lugar, se actualizaron los ingresos laborales con un aumento promedio. Sin embargo, pueden darse diversas situaciones. Por ejemplo, un trabajador de la rama de comercio que ya estaba por fuera de la pobreza pudo haber recibido un aumento mayor que un trabajador del sector de servicios, y este último haber entrado en la pobreza.

En segundo lugar, no están publicados los datos de las canastas a nivel regional. Por lo tanto, para actualizarlas, realizamos el supuesto de que se mantuvieron durante el primer semestre los diferenciales de precios observados en el semestre anterior entre el Gran Buenos Aires y el resto de las regiones.

El supuesto más importante tiene que ver con el mercado de trabajo. Aún no se conoce como se desenvolvió el empleo en el segundo trimestre del año. Ni siquiera ha sido publicada la tasa de desempleo. Por este motivo, mantuvimos la composición del empleo de otros trimestres y trabajamos como si no hubiera habido cambios en el mercado laboral [1]. Los últimos datos, por otro lado, vienen mostrando un deterioro en la calidad del empleo.

Sin embargo, esto no significa que el dato estimado de pobreza sea un dato de mínima. Aun en un contexto de deterioro de los ingresos reales, las familias pueden obtener más ingresos si suman miembros del hogar al mercado laboral, aunque más no sea en ocupaciones que les brinden escasos ingresos. Esto a su vez es consistente con el deterioro en la calidad del empleo que se viene observando hace algunos meses (dónde hay más activos, más ocupados, pero una importante proporción del empleo creado es en ocupaciones precarias). El dato que publique el INDEC podría ser entonces mayor o menor al que se calcula en este artículo. Lo que es poco probable es que sea menor al del segundo semestre de 2017.

Por último, las bases de datos no tienen información sobre el mes en que se realizó la encuesta a cada familia, por eso se utilizan datos trimestrales, mientras que el INDEC puede comparar ingresos mensuales con canastas mensuales. Esto explica que los datos hacia atrás no coincidan exactamente con los datos oficiales, aunque la diferencia es poco significativa.

 

Hasta el segundo semestre de 2017, el gobierno podía jactarse de haber bajado 6,5 puntos el porcentaje de la población en situación de pobreza. Este logro suponía un artilugio estadístico. La primera medición fue realizada en el segundo trimestre de 2016. No solo no es aconsejable realizar comparaciones entre trimestres y semestres (en particular el segundo trimestre no cuenta con el pago del aguinaldo, lo que puede “inflar” el dato de pobreza), sino que se obvió determinar el verdadero punto de partida, que fue diciembre de 2015.

Entre la asunción de Macri y el segundo trimestre de 2016, hubo una fuerte devaluación (46%), acompañada por importantes subas de las tarifas de electricidad. El indicador de pobreza por la línea de ingresos que se utiliza en Argentina es muy sensible a movimientos bruscos en los precios. Cabe recordar que entre el semestre previo a la devaluación de 2002 y el posterior, la pobreza subió 14 puntos porcentuales.  [2].

No sabemos si el porcentaje de población pobre del segundo semestre de 2017 era menor que en el segundo semestre de 2015. Pero además, cuando la información del segundo semestre de 2017 se publicó a fines de marzo de 2018, ya se conocía de antemano que este era un dato transitorio. En la cifra positiva de 2017 no solo había tenido que ver el periodo electoral y los ingresos derivados del mismo (más obra pública, créditos a beneficiarios de la ANSES, etc.), sino que además los aumentos por movilidad (que utilizaron una fórmula que después fue modificada por el gobierno) habían sido los más altos desde la existencia de la ley.

En los primeros meses de 2018, el consumo volvió a frenarse, la sequía jugó una mala pasada a la actividad económica y la modificación de la fórmula de la movilidad jubilatoria auguraba un aumento menor al esperado. Pero la devaluación que viene ocurriendo desde abril, el colapso de la actividad arrastrando a la construcción y la industria y la inflación que no desacelera terminaron de dar el golpe de gracia.

Si la respuesta a la corrida cambiaria es únicamente más ajuste, difícilmente el gobierno pueda bajar la pobreza en lo que le queda de mandato. En este sentido, el 32,3% de pobreza en el que supo ser el peor momento económico de Cambiemos – el segundo trimestre de 2016 – va camino a ser superado. Al comienzo de su gestión, el presidente pidió ser juzgado por sus resultados en materia de pobreza. No es exagerado afirmar que no cumplir con este objetivo se anticipa como uno, si no el principal, fracaso de su administración.

 

 

[1] La estimación se realiza actualizando la base de datos del primer trimestre de 2018 (tomando en cuenta que en un trimestre se cuenta el aguinaldo y en el otro no). También se efectúa el ejercicio tomando como base el segundo trimestre de 2017 para eliminar cualquier factor estacional. Los resultados fueron prácticamente idénticos para indigencia y levemente mejores para pobreza (31,0% vs 31,5%).

[2] Para series de pobreza que comparen 2015 con 2016, pueden consultarse este trabajo de Daniel Schteingart https://medium.com/@danyscht/el-pasado-martes-fernando-iglesias-quiz%C3%A1-el-comunicador-cambiemita-de-mayor-rebote-en-twitter-99f2619c56b9.

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