Informe de coyuntura | Abril 2021
CLAVES DE LECTURA
La actividad cerró el año con una caída del -9,9%, la más severa desde 2002, pero el repunte de los últimos meses deja un arrastre para el 2021 significativo, con lo cual elevamos nuestra proyección de recuperación para el PBI en 2021 a 7,2%.
No obstante, al desagregar por sectores se observa una marcada heterogeneidad, que no solo se refleja en términos de la caída que sufrieron sino también en la velocidad de recuperación. Para poner dos ejemplos contrapuestos, la construcción fue de los sectores más golpeados por la pandemia (-22,6% en 2020), pero la velocidad de recuperación de los últimos meses llevó a que el arrastre para 2021 sea incluso superior (26,8%). En cambio, Agricultura y Pesca se contrajo mucho menos (-6,9% en 2020), pero su recuperación fue tan floja que dejó un arrastre negativo para 2021 (-1,5%).
En relación al mercado laboral, las paritarias que ya tuvieron lugar reflejan que los arreglos entre sindicatos y empresas se encuentran en línea con la recuperación del salario real y la inflación que espera el gobierno, y no con la del REM, aunque en la mayoría de los casos contienen cláusulas de revisión como para cubrirse de los aumentos de precios inesperados. Por el lado del empleo, los últimos datos muestran una recuperación sostenida de los puestos de trabajo, aunque, al igual que lo que sucede con la actividad, se observan marcadas heterogeneidades entre sectores y tipos de contratación.
En el plano cambiario, el viento de cola generado por el aumento del precio de los commodities sumado a la confirmación de que este año ingresarán unos USD 4.400 por la distribución de DEGs del FMI se tradujo en una marcada reducción de la brecha cambiaria, potenciada por la acumulación de compras netas del BCRA en el mercado oficial que luego –parte de las mismas- eran utilizadas para intervenir en el dólar financiero por medio de la compraventa de bonos.
La contrapartida de este viento de cola fue la aceleración inflacionaria impulsada por el incremento de los alimentos. Frente a eso, una pregunta clave es cuál será la efectividad de la gradual desaceleración del tipo de cambio oficial para contener las presiones inflacionarias que están emergiendo. Si bien no hay evidencia de que la brecha impacte de modo generalizado en el nivel de precios domésticos, no es improbable que la potencia del tipo de cambio oficial como ancla cambiaria se vea moderada en un escenario de controles de cambio (salvo que eso arrastre hacia abajo a las cotizaciones paralelas), lo cual implica que puede llegar a ser necesaria una apreciación real significativa para contener los precios, un escenario que no parece deseable para las autoridades de Hacienda.
Por último, si bien en el plano fiscal se observan mejoras (tanto por el lado de la reducción del déficit como en el refinanciamiento de la deuda en moneda local), el resultado final todavía no está sellado. En este sentido, el tema tarifas no será una discusión menor en el acuerdo con el FMI, dada su importancia para la dinámica fiscal e inflacionaria, así como también para las inversiones.
Según nuestras estimaciones, el costo fiscal de no corregir en absoluto los precios regulados es de alrededor de 1% del PIB, y este se vuelve aún más importante a medida que las correcciones se retrasan. En medio de la discusión en torno al proyecto de ley de reducción del impuesto a las ganancias (analizadas en detalle al final del informe) y tomando en cuenta las dificultades de acceso al financiamiento con que cuenta la Argentina, las prioridades que se asignen al actual espacio fiscal pueden definir el éxito o fracaso del año electoral.
Podés leer el informe completo acá.
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