Informe de coyuntura | Julio 2022

CLAVES DE LECTURA

La renuncia de Guzmán provocó otra escalada en el nivel de incertidumbre y volatilidad que maneja la economía argentina. Tras su salida, el lunes el dólar financiero pegó un salto del 10% y el BCRA tuvo que salir a intervenir fuertemente en el mercado secundario del dólar futuro y en el de los bonos para evitar un nuevo desplome de sus cotizaciones (ver más adelante). Resta ver ahora si lo mismo sucede con la inflación.

Uno de los principales desafíos de la flamante ministra Batakis estará en la cuestión fiscal y el refinanciamiento de la deuda, de cara al cumplimiento del acuerdo con el FMI.

Los primeros cinco meses del 2022 dejaron por resultado un déficit primario entorno al 0,6% del PIB. Este resultado se explica por un incremento acumulado de gasto primario de 78% anual versus una variación de 66% en el ingreso total.

Sin embargo, al descontar el efecto por la elevada base de comparación del Aporte Solidario, los ingresos de 2022 hubiesen crecido 75% anual. Del mismo modo, si se excluyen del gasto primario los pagos extraordinarios de mayo 2022 por el Refuerzo de Ingresos, entre enero y mayo de este año la variación anual del gasto hubiese sido 74%. En suma, al tener en cuenta esto, la dinámica expansiva de la política fiscal para la primera parte del año queda matizada.

Al margen de lo anterior, a un mes de finalizar el primer semestre, no parece claro que la meta de déficit de $566,8 millones sea factible de cumplir sin un ajuste significativo en las cuentas públicas o, al menos, un freno muy importante en los pagos (para ser efectuados durante julio).

A esto se le agrega la cuestión del refinanciamiento de la deuda, con vencimientos muy elevados a fin de mes y luego de la corrida contra los bonos en moneda local que tuvo lugar unas semanas atrás. Un primer mes sumamente desafiante.

Por el lado de los salarios, el mayor ritmo de incremento de los precios pone en peligro la esforzada resistencia que el poder adquisitivo presentó en los últimos meses. Las dudas sobre el sendero que vaya a tomar el IPC, con la incertidumbre acerca de si se registrarán nuevas variaciones mensuales del orden del 5%, provoca que sea mucho más costoso para el salario “saltearse un mes” en la paritaria o que los incrementos calculados para “durar dos o tres meses” pronto puedan quedar mal calibrados frente al aumento de precios.

¿A qué estrategias han apelado los sindicados para tratar de contrarrestar la aceleración inflacionaria? Por un lado, la vigencia de los acuerdos ha tendido a acortarse en los últimos años, conforme la escalada inflacionaria. Por otro, al observar el detalle de los acuerdos se advierte que, aunque 60% es la referencia anual, la realidad es que casi todos tienen pautada una revisión a los 6 meses y para ese momento ya acumularán incrementos del 40%-50%.

Acortando su horizonte temporal efectivo, la paritaria ingresa en un terreno hasta ahora inexplorado. Se trata de una inflación con un piso del 60%, una magnitud con la que las negociaciones colectivas de la posconvertibilidad no habían tenido que lidiar hasta ahora.

Por otro lado, a las desigualdades estructurales que la economía argentina presentaba en la distribución personal del ingreso, la pandemia le ha traído como novedad una mayor desigualdad en la distribución funcional. Es decir, si un componente de la desigualdad ya era la insuficiencia de ingresos laborales en los deciles más bajos de ingresos, el patrón de recuperación de la pospandemia está agregando una mayor desigualdad en la relación entre el trabajo y el capital, dado que la participación del sector asalariado retrocedió de manera significativa.

Podés leer el informe completo acá.

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